Primero de noviembre día de “Todos los Santos”, un día para honrar a los Justos, a la Buena Gente del mundo y dos de noviembre día de “Los Fieles Difuntos”, un día para recordar a aquellos a los que quisimos y ya no están.
LA ARMONÍA DE LOS JUSTOS
Huid del ruido que atrapa sin tregua
los bordes frágiles del valor,
porque solo se es en silencio;
solo en la pureza de la quietud primigenia
que el espacio contiene en su regazo,
afloran los acordes de la voz interna
y la voluntad, mirándose hacia dentro,
armoniza su sonido íntimo con lo eterno.
Es en el eco propio de la noche silente
donde emergen intactos
los recuerdos de la casa del espíritu
y las manos delgadas de los siglos
se aproximan con solidez liviana
al cauto transcurrir de tu aliento;
y, como si fueran sueños lúcidos,
abrazan tu atención susurrando
el canto callado de los anhelos
que el viento guarda entre sus nombres.
En su centro efervescente
se dibujan los perfiles del futuro.
¡Ah si al amparo de la quieta noche
pudiéramos cambiar los destinos
guardados en la confusión!
Cambiarlos solo pensando
en sus enigmáticos y aciagos rumbos.
Pero tan solo nos es lícito aliviar la mente
engañando la algarabía con reflejos ilusorios
de una realidad cercana a lo ideal.
Y aún así, solo hasta que la luz reclama
su verdad áspera y árida y el día,
derramando sus horas,
impone su cotidiano asedio y nos desvela
su estrépito tal cual es,
una maraña desordenada de gritos
alejándose sin calma de su propósito puro de sosiego.
¡Si pudiéramos llenar el día con chispas fértiles,
briznas escogidas de los sueños vivos
custodiados en la quietud muda de la noche!
Quizá podríamos abrir un universo fascinante de paz.
© Florentina Gómez Guasp. Todos los derechos reservados
“Los espacios sinuosos del tiempo” (Editorial Caligrama 2019)
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