Hay un ritmo oculto en el miedo que nos aventaja y no alcanzamos a leer los compases de su música, nos atrapan sin comprenderlos; la fuerza de sus notas desdibuja las líneas que nos definen y nos confunden. El miedo, también, tiene su propio poder y lo arquea cuando lo enfrentamos con las armas del conocimiento. Nada tiene más poder que el miedo y la ignorancia lo acrecienta.
Pero el miedo tiene también otra cara, por un lado, nos hace vulnerables, por otro nos alerta del peligro.
¿Qué es el miedo sino la ausencia de la propia fuerza
que entregada a otros se marchita?
Si entregáis el poder de vuestras manos al azar
de pensamientos ajenos,
¿qué os quedará sino un lamento lánguido y estéril
para consolar vuestros afligidos destinos?
Buscáis el blanco puro en el barro
y cuanto más escarbáis más se enlodan vuestras vidas.
Sin cesar en el yerro no se puede enmendar una obra
tan mal engendrada; y así,
se escapa de las manos la propia historia,
diluyéndose en el caos.
¿Acaso no sabéis que cada uno de los pasos de la vida
son sagrados? y tan frágiles
que tiemblan al contacto ligero de una brisa opuesta,
¿qué pasará cuando el viento venga enrarecido y furioso?
Si vuestro ánimo, falto de pulso,
desasistido de alma y coraje,
flojea y no aguanta el embate con firmeza,
entonces, el viento impío os arrastrará
llevándoos a lugares que quedaron tan atrás
que no son ni siquiera recuerdo vuestro.
“La sombra impía del miedo” Poema -II-
Copyright Florentina Gómez Guasp
Todos los derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario