La miseria
es una sombra larga
de dientes
afilados,
son sus puntos
cardinales
los
silencios de pesado paso;
se oculta en
todos ellos
con labios
de sonrisa muerta
y ojos
desangrados.
La vemos
con un saber
roto, sin nombre,
con otro yo
de mirada lejana
y nos deja
en el rostro
un rictus
trágico,
mitad miedo,
mitad horror;
y nos
conformamos
con su
oscuridad sin esperanza.
Dame tu mano
y la tuya,
dadme todos
la mano,
construyamos
un mundo de alegría
en el que
germine, por fin,
la claridad de la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario