Casi siempre
caminamos a oscuras,
entregando
las luces del presente
a tiempos ya
idos,
como si ya
no tuviésemos nada
y aquellos días
fueran propiedad solo de la alegría.
En los días
del ayer, deformados así,
vemos
nuestras vidas siempre llenas,
como mesas
de domingo.
Hurgamos
atrás
para que no
nos rompa
este momento
sin manos;
trasformamos
el pasado
en un sueño
irreal de doradas mañanas,
ansiamos que
vuelva
y
convertimos lo presente en enemigo.
Sin embargo, es aquí, en el ahora,
donde tenemos los
útiles del horizonte,
las pequeñas
letras que escriben
las luces del futuro.
las luces del futuro.
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