Se acercan las fiestas navideñas
llenas de reencuentros y recuerdos cargados de sentimientos en los que la línea
que divide la alegría y el desasosiego es tan fina que a menudo se rompe y nos
sumerge en un universo confuso, como si estuviésemos navegando entre dos aguas;
o viviéramos en dos planos al mismo tiempo.
Con los recuerdos y
reencuentros el pasado irrumpe de forma abrumadora y, a menudo, trae consigo
malestares, resquemores y rencores que, más o menos, tenemos dormidos o
controlados. De pronto, todo esto nos turba y nos llena de inquietud.
Las cosas que nos
molestan del pasado son en general reproches que nos hacemos a nosotros mismos
por no haber resuelto bien determinadas situaciones, sin pararnos a pensar que
entonces éramos menos sabios, más inmaduros y no teníamos poder suficiente para
resolverlas de forma satisfactoria y se quedan ahí, como exámenes suspendidos
generando una sensación de culpa, que va más allá de la falta. La vida es una
maduración continua y en consecuencia somos cada vez más poderosos para
enfrentarnos mejor a variadas situaciones y resolverlas de la mejor manera
posible. Y, cuando se cometen errores, el ser humano tiene la facultad de
observarse a sí mismo e intentar corregirlos. Así aprendemos a vivir, cada paso
nos fortalece, incluso los que damos en los momentos más duros y difíciles de
superar; porque todo lo que no nos destruye nos hace más fuertes. Lo importante
es no quedarse fijado en el pasado sin progresar.
El final del año es un
buen momento para meditar y deshacerse de esos malestares que nos encadenan al
pasado y no nos dejan avanzar.
No perdamos tiempo,
pues, con el pasado: no lo podemos cambiar; pero podemos construir momentos
serenos y felices con lo que hemos aprendido de él. ¡hay tantas cosas que nos
pueden dar momentos de alegría! Esos momentos son los cimientos que nos permiten
edificar un futuro mejor y más feliz.
Felices Fiestas.
Que el año próximo os
traiga, cada día, un momento de serena felicidad.
ANOTHER
YEAR
The Christmas days are close with encounters
and memories full of feelings in which the line between joy and anxiety is so
fine that often breaks and immerses us in a confusing world, as if we were
sailing between two waters; or lived in two planes simultaneously.
With the encounters and
memories, the past appears overwhelmingly and often brings with it discomforts,
resentments and grudges, which we have more or less asleep or controlled. Suddenly
all these fill us with restlessness.
The things that bother us of the past
are generally reproaches we do ourselves for not having resolved well certain
situations, without stopping to think that then we were less wise, more
immature and we did not have enough power to resolve them satisfactorily and
they stay Hence, as exams suspended generating a feeling of guilt, which goes
beyond the foul. Life is a continuous maturation and therefore, we are
increasingly powerful to better deal with various situations and resolve them
in the best way possible. And when mistakes are made, the human being has the ability
to observe himself and try to correct them. So in this way we learn to live,
every step strengthens us, even those we made in the hard moments and difficult
to overcome; because whatever does not destroys us makes us stronger. The
important thing is not to remain fixed in the past without progress.
The end of year is a
good time to meditate and get rid of those discomforts that bind us to the past
and keep us moving forward.
Do not waste time, then,
with the past: we can not change it; but we can build serene and happy moments
with what we have learned from it. There are many things that can give us
moments of joy! Those moments are the foundations that allow us to build a
better and happier future.
Merry Christmas.
May the next year bring
you every day, a moment of quiet happiness.
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