Primero de noviembre día de “Todos los Santos”, un día para honrar a los Justos, a la Buena Gente del mundo y dos de noviembre día de “Los Fieles Difuntos”, un día para recordar a aquellos a los que quisimos y ya no están.
En estos tiempos confusos, en los que nos empujan a empezar cada día como si el pasado no existiera, como si empezáramos la historia cada mañana desvinculándonos de nuestra definición, de nuestra identidad más íntima, llevándonos a olvidar los valores que nos definen como seres humanos, es muy importante honrar a los hombres y mujeres que mejoraron la vida de los demás, que crearon un mundo mejor con sus obras, con su buen hacer. Así mismo, es esencial conocer la historia de la humanidad, de las diferentes comunidades que han existido a lo largo de la historia y enmarcar nuestra historia personal en ella porque somos resultado de la memoria colectiva.
También es importante recordar y tener presente a las buenas personas que hemos conocido a lo largo de nuestra vida, aquellos a los que amamos y ya no están; transmitir los valiosos recuerdos que dejaron impresos en nuestra memoria a la gente cercana para crear una memoria común que nos acerque a lo mejor del ser humano y nos sirva en los días de desasosiego confortándonos, sirviéndonos de guía.
LA ARMONÍA DE LOS JUSTOS
Huid del ruido que atrapa sin tregua
los bordes frágiles del valor,
porque solo se es en silencio;
solo en la pureza de la quietud primigenia
que el espacio contiene en su regazo,
afloran los acordes de la voz interna
y la voluntad, mirándose hacia dentro,
armoniza su sonido íntimo con lo eterno.
Es en el eco propio de la noche silente
donde emergen intactos
los recuerdos de la casa del espíritu
y las manos delgadas de los siglos
se aproximan con solidez liviana
al cauto transcurrir de tu aliento;
y, como si fueran sueños lúcidos,
abrazan tu atención susurrando
el canto callado de los anhelos
que el viento guarda entre sus nombres.
En su centro efervescente
se dibujan los perfiles del futuro.
¡Ah si al amparo de la quieta noche
pudiéramos cambiar los destinos
guardados en la confusión!
Cambiarlos solo pensando
en sus enigmáticos y aciagos rumbos.
Pero tan solo nos es lícito aliviar la mente
engañando la algarabía con reflejos ilusorios
de una realidad cercana a lo ideal.
Y aún así, solo hasta que la luz reclama
su verdad áspera y árida y el día,
derramando sus horas,
impone su cotidiano asedio y nos desvela
su estrépito tal cual es,
una maraña desordenada de gritos
alejándose sin calma de su propósito puro de sosiego.
¡Si pudiéramos llenar el día con chispas fértiles,
briznas escogidas de los sueños vivos
custodiados en la quietud muda de la noche!
Quizá podríamos abrir un universo armonioso de paz.
“LA ARMONIA DE LOS JUSTOS”
Copyright © Florentina Gómez Guasp. Todos los derechos reservados
“Los espacios sinuosos del tiempo” (Editorial Caligrama 2019)